Y qué bien, porque ahorita empieza el 2020 (vaya, como la visión perfecta) y algo bueno nos traerá.
Cuando me pongo a hacer el balance del año en curso, lo primero que me saltan a la mente son las alegrías. ¿Será el llamado euphoric recall? ¿Recuerdos sólo de lo agradable, como pasa con los difuntos?
En todo caso, euphoric recall or not, creo que éste ha sido un año con bastante sandunga.
En marzo participé en el Festival de Libros de Tucson con mi novela Death Comes in through the Kitchen. Conocí a dos autores de Soho a los que admiro desde que los leí por primera vez, Cara Black (¡París, París!) y Martín Limón. Gente linda.

Más tarde en noviembre, fui a Dallas para mi primer Bouchercon—que espero no sea el último— una conferencia literaria dedicada a las novelas de misterio y detectivescas. Caray, qué público más bueno. Yo estaba acostumbrada a las “veladas literarias” (tosecita maligna aquí) en que si te encuentras a alguien que ha leído tus libros te dan ganas de abrazarlo y llevártelo a casa. Sí, porque la mayoría de la gente que va son amistades que no han leído, ni tienen intenciones de leer, tus novelas, que están ahí nomás por apoyarte. Cosa que se agradece pero… El caso es que en Bouchercon el público asistente paga ciento y pico de pápiros por entrar al congreso, lo que permite que los organizadores reserven un hotel completo, en este caso Hyatt Regency Dallas, para el evento.
Aquí estoy con otras panelistas de “The Name of the Game Was Murder,” Meg Gardiner y Dana Cameron.

Y lista para presentar mi novela Queen of Bones, recién salida del horno ese día. ¡Esperando la carroza! Digo, esperando al público. Que llegó.

También estaba a la venta la edición en paperback de Death Comes in through the Kitchen, con una portada que me gustó más que la del hardcover porque no me digan que este almendrón no tiene mendó.

Fue una alegría conocer en persona a mi editora Juliet Grames. Aquí estoy con ella y el publicista de Soho, Rudy Martínez.

Y conocí a otras autoras de Soho maravillosas como Sujata Massey. Si no han leído The Widows of Malabar Hill apúrense a buscarlo. Y Mette Harrison, autora de The Bishop’s Wife, interesantísima lectura y muy buena información sobre el mormonismo.
En esta foto estoy con Sujata. Un día, le dije, iré a Kerala.

Este año (hace menos de dos semanas) salió mi cuento policíaco “The Sandalwood Killer” en The Alfred Hitchcock Mystery Magazine, un honor para esta recién llegada a la literatura detectivesca.
Y mi cuento en español, “Defensa propia,” medio policíaco también, fue parte de la antología Ellas Cuentan, publicada por Sudaquia el mes pasado.
Adición:
Hace un momento me acaba de llegar un mensaje preguntando que si yo no «trabajo». (Porque la literatura es placer nada más, supongo. Porque las horas-nalgas frente a la computadora no cuentan, supongo también.) Oigan, pues sí. Soy profesora de español y de inglés en New Mexico Junior College. Aquí van unas fotos con mis estudiantes de ingléscomo segunda lengua, que fueron tan lindos que me celebraron el cumpleaños:


En cuestión de paseos, porque todo no va a ser trabajo, fuimos en junio a Egipto. Gary estaba embullado con la idea después de ver no sé cuántos episodios de Ancient Aliens donde hablaban de que los ET construyeron las pirámides, idea que tiene su sal y su pimienta, y a la que le voy a dedicar otro post con calma porque se lo merece.

Pasamos unos días en El Cairo y luego en un crucero por el Nilo que fue muy relajante.

Excepto cuando nos bajábamos para ver lo que había que ver y pasábamos un calor de ampanga porque ¿a quién se le ocurre ir a Egipto en pleno verano?


Hablando de calor, nomás llegar a casa me llegó un sobre con el pasaporte cubano. Sí, el que todo ser nacido en la isla necesita para viajar allá…pero don’t get me started on that que me da un jaratá. El caso es que tenía que ir a ver a mi madre, que ya no está para los trotes de andar cogiendo aviones, y yo llevaba 19 años sin poner una pata en Cuba. Pues agarré mi pasaporte cubano, y el americano también, of course, y me mandé para allá. En julio. Pleno verano, así que a sudar otra vez. Entre el sudor y la caminadera (o la bicitaxidera) creo que bajé tres libras.

Pero como el mercadeo no puede dejarse de la mano (aparte de que a mí me encanta el brete, vamos a decir la verdad) tomé un montón de fotos para promocionar mis libros. Esta es de la cocina de mi casa, para Death… Observen el fogón, please.

No sean mal pensados. Le ofrecí a mi santa madre comprarle una cocina nueva, pero me dijo redondamente que no, que le gustaban las cosas viejas, como ella. Y que no jeringara más.
Esta foto es para Queen of Bones, porque la reina de los huesos, como sabrán los enterados, es la orisha del cementerio. Mi madre al fondo, mirando el almendrón con cara de pocos amigos.

Estuve por el Barrio Chino, que también juega un papel importante en Queen of Bones porque Juan Chiong, el protagonista, creció allí –y yo misma vivía a unas cuadras, en Centro Habana. Aquí pidiéndole paciencia a Confucio…Creo que era Chan Li Po el que decía “Tengan paciencia…y cuando se les acabe, busquen más paciencia.”

No hay como la sabiduría asiática.
Y ahora que está por acabarse el año ando enredada con la traducción al español de La muerte entra por la cocina porque tengo planes de volver al mercado español de nuevo, aunque sea entrando…pues, eso mismo, por la puerta ‘e la cocina.
¡Feliz Navidad!