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El primer libro de Judith Morales Montes de Oca que me cayó en las manos fue Escorpión. Lo terminé en menos de tres días, mientras mi madre estaba de visita, y casi nos tiramos de las greñas porque las dos queríamos leerlo a la vez. Desde entonces, y de eso hace ya más de ocho años, soy su fan incondicional. Luego vino Juegos Prohibidos, una novela polifónica y divertida, de estructura perfecta. Publicada antes en España, su segunda edición acaba de salir en Miami con Eriginal Books. Pueden comprarla aquí
¡Y hay mucho más en el tintero!
La editora de Eriginal Books, Marlene Moleón, dice: “Cuando leí por primera vez un resumen biográfico de Judith Morales lo primero que vino a mi cabeza fue: “Tres hits, cero strikes” porque esta escritora tiene tres publicaciones y tres premios.” Y así mismo es: uno de literatura infantil por Historias de Mama Vieja (Ediciones Loynaz, 2000, Cuba), el Premio UNEAC de Novela Cirilo Villaverde de 2001 por Escorpión (Ediciones Unión 2002, Cuba) y el Premio de Narrativa y Premio Especial Inter-géneros Hermanos Loynaz 2000 con Las jinetas compramos en boutiques, publicado como Juegos prohibidos (Renacimiento, 2008, España y Eriginal Books, 2013, USA).
A esta escritora multipremiada, que es además mamá y psicóloga de profesión, radicada en Miami, le hago hoy varias preguntas que espero no resulten demasiado indiscretas.
¿Cuándo descubriste que querías ser escritora?
Creo que desde que tuve uso de razón; de pequeña escribía poesías y guiones para “películas” que luego “filmábamos” con mis amiguitos durante los juegos infantiles en el barrio. De adolescente escribía fotonovelas (las ilustraba yo misma) que se pasaban mis compañeras de mano en mano para leer, y como eran por entregas, me apremiaban para que les diera el próximo capítulo. También escribía por encargo, en este caso poesía. Las chicas me pedían poemas de amor para regalarlos a sus novios. Pero a escribir formalmente, comencé en 1993.
¡Entonces se puede decir que tuviste una preparación intensiva! Me encanta la idea de las fotonovelas por entregas…creo que es la mejor escuela para manejar el suspense sin que parezca que es suspense. Ahora, ¿es cierto que tener un hijo y escribir un libro son experiencias similares? Tú tienes tres y tres, así que hablará la experiencia.
En realidad tengo 3 libros de adultos, pero algunos más de literatura infantil (narrativa y poesía) que fue lo que realmente comencé escribiendo. Sí, el proceso de creación literaria se ha comparado muchas veces al de gestar y dar a luz a un hijo. Sin embargo, si te voy a hablar de mi experiencia personal, te diría que yo los he vivenciado de manera totalmente diferente.
¿Cómo conseguiste la información para que las voces de Juegos… sonaran tan auténticas? Aparte de la protagonista, la pobre chica «inspiradora de zoofilias» es una de mis preferidas.
En la reciente presentación de Juegos… yo contaba que la idea de la historia original, que ganó Premio Loynaz en Cuba bajo el título Las jinetas compramos en boutiques, comenzó mientras estaba sentada en un banco de un parque de La Habana, donde una de estas chicas se me acercó y sin preámbulos comenzó a contarme su historia. Después investigué un poco más sobre el tema, conversando con varias personas y algunas otras muchachas dedicadas a esta llamémosle profesión. Más tarde, ya en los Estados Unidos, de nuevo estaba yo sentada en el banco de un parque, esta vez en Miami Beach, y se me acercó un señor que dijo ser argentino, y al saber que yo era cubana, me contó otra alucinante historia que dio lugar a que yo le adicionara a la versión original el personaje “Che Silvano.” Pero, aún escrita sobre hechos reales, todos los personajes, trama e historia en general, incluida la chica que citas, son de mi absoluta invención.
La autora
Pues nada, a volver al parque porque seguro que allí hay otra novela esperándote. Che Silvano es, por cierto, un personaje muy verídico. Me pregunto si el mentado señor habrá leído el libro, y si se reconocerá a sí mismo en él. Volviendo al proceso creativo, ¿tienes una rutina para escribir?
No, realmente no tengo una rutina para escribir, como no sea que lo hago a las 4 o 5 de la madrugada, que es el único momento en que dispongo de la tranquilidad que necesito para hacerlo.
¡Alabao! ¿Por qué será que tantas escritoras tenemos hábitos lechuciles? Bueno, la necesidad hace parir hijos machos, por eso ha de ser. ¿Y en qué proyecto estás trabajando ahora?
Ahora planeo comenzar a trabajar en el siguiente libro de esta trilogía, (acabo de decidir que lo será) que comienza con Juegos Prohibidos, cuyo escenario es La Habana, continuará con Relaciones Extrañas, que se desarrollará en Miami, y culminaría con Amores Peligrosos, cuyo escenario planeo que será la ciudad de Nueva York.
¡Magnífico! Ahora están de moda las trilogías, así que ponte para eso. Y una última pregunta, entre tus libros ¿hay alguno que lleve el letrerito de preferido?
Como con mis hijos (ahí sí cabe la analogía) no podría decir que tengo un libro preferido.
Gracias por acceder a esta entrevista, Judith, ¡y muchos éxitos! Y ahora dejo a los lectores de Sub Urbano con un fragmento de Juegos Prohibidos. ¡Que los disfruten!
XVI
YAMISLEIDYS
Tan tarde llega el que va demasiado
aprisa como el que va demasiado despacio.
Skakespeare
Durante mi breve ausencia Miroslava hizo una nueva adquisición: otra pupila. Ella dice que no, pero para mí, esos encaprichamientos suyos tienen algo de enamoramiento. Claro que esta vez la chica en cuestión está ya suficientemente enredada como para involucrarse en una lesbian relationship. Sin embargo, por otra parte, Miroslava sabe mostrarse tan maternal y envolvente… que no descartemos la posibilidad de que tenga éxito. I don’t know, men, como diría Bebo.
Con un nombre fiel exponente de la tendencia comenzada por muchos de los cubanos que tuvieron hijos en las décadas de los ‘70 y ‘80 -esto es, de llamarlos con nombres de su absoluta invención, cuya letra inicial fuera preferiblemente “Y”, usando mucho en el caso de las niñas la terminación leidy, corrupción de lady o señora, vocablo inglés, o tratando de unir los nombres de padre y madre en uno solo, o cualquier otra combinación- con un nombre de esos, digo, catorce años, la ingenuidad propia de ellos pero salpicada por grotescos destellos de malicia sexual y un monumental cuerpo como dibujado por Wilson, el popular caricaturista cubano, creador de las famosas “criollitas”, Yamisleidys se inscribe en el tipo púber de mi clasificación.
La llamaron así porque su madre, haciendo alarde de ingenio, poder de síntesis, amor por su pareja y por la moda, todo en uno o convoyado (otra poderosa tendencia de nuestra idiosincrasia nacional) ideó la siguiente innovación:
Dos primeras sílabas de su nombre (Yamilé, también muy común en los setenta).
Tres primeras letras del nombre del padre (Misael) superpuestas.
Consabida terminación leidy pero con el aditivo de una elegante y distintiva ”s” final.
¡Yamisleidys! Le tomó casi los nueve meses pero le quedó muy de su gusto y del de los integrantes de su medio social y familiar.
Aunque en el ámbito escolar fue otra cosa. En las escuelas le tocó a Yami alternar con exponentes de la otra tendencia (finales ochenta- principios noventa y toda esta década) de rescatar los nombres clásicos y compuestos, con lo cual las actas de inscripción de nacimientos del Registro Civil se vieron restituyendo al idioma las Alejandras y Alejandros, Claudias, Patricias, Angélicas, Franciscos Javieres, Joseses Carlos y demás.
Pero dejando de lado mi ya consignada vocación de lingüista, podemos decir que Yamisleidys, nacida y criada en un edificio de apartamentos del Reparto Alamar, en la Habana del Este, y en cuyo domicilio viven también su madre, su padre, su abuela materna, dos hermanas mayores, el esposo de una de ellas, su hijo -o sobrino de la susodicha -, una perra y un cerdo, posee todas las condiciones objetivas y subjetivas para ser lo que ya es, una muchacha precoz y violentamente inducida a ganarse el pan – y lo que no es el pan- con la explotación de su belleza física aún en ciernes.
Yamisleidys, un metro cincuenta y cinco de estatura, pelo negro y rizado, piel canela, ojos verdes, tuvo una primera y fugaz experiencia sexual con su profesor de Educación Física en el séptimo grado, una temporada de escuela al campo, entre plantas de tabaco y árboles de casuarina y con una temperatura de 33 grados a la sombra que hacía correr las gotas de sudor de él como lluvia ininterrumpida hasta el cuerpo de ella tornándolo resbaloso, y que la intensa excitación de él le pareciera extraña a ella porque no sentía lo mismo, ni siquiera amor platónico sino sólo mucho calor, curiosidad por una parte, y por otra necesidad de obtener la ganancia de ser eximida por él, como responsable de brigada, de las labores agrícolas. Ese fue su primer ensayo de prostitución.