Originalmente publicada en Cubanet
A Magaly Alabau la conocí por una cadena de mensajes en línea, una de esas casualidades que me impiden abjurar de este invento diabólico-celestial que es la Internet. Lo primero que me llamó la atención de ella fue el hecho de que es una fanática de las criaturas de cuatro patas. Como yo también lo soy, muy frescamente le mandé un mensaje privado presentándome y así ha surgido una amistad que ya va a durar casi un año. No tengo el gusto de conocerla en persona, aunque sí a su obra, y espero que ya no tarde mucho el momento de verla frente a frente. Mientras tanto, me la imagino con ayuda de esta entrevista que quizá contribuya a que también se la imaginen muchos de sus lectores…
Teresa Dovalpage: ¿Cómo llegaste a la poesía…o quizás, como la poesía llegó a ti?
Magaly Alabau: Siempre he tenido tendencias al lenguaje telegráfico. Una profesora de literatura en Hunter College me señaló este defecto hace muchos años cuando trataba de hacer ensayos para alguna que otra tarea. Después limitada la expresión en mi propio idioma por los trabajos en los que me desenvolví, trabajos de oficina mi manera de comunicarme se redujo y simplemente no escribía o leía en español. Antes de intentar escribir poesía fui actriz, una profesión donde una dice lo que otro escribe. Cundo un día no hice más teatro sentí un gran vacío y comencé a escribir y lo que salió era diferente al lenguaje común, imágenes que desarrollaba como el lenguaje que se produce en medio sueño medio realidad y algunos le damos el nombre de poesía.
Teresa Dovalpage: Pienso que tenías un arroyo de palabras acumulándose en tu interior y que al dejar de darle salida en el teatro, se te desbordó entre las páginas…para suerte de los lectores y pérdida de los espectadores. Ahora cuéntame, ¿cuál es tu proceso de escritura?
Magaly Alabau: Escribo motivada por algún hecho que me conmueve, como cuando escribí Hemos llegado a Ilión, con motivo de mi visita a Cuba en los noventa después de una ausencia de más de 20 años. O un recuerdo de algo o de alguien como en Hermana. A veces un párrafo de un libro puede inspirarme a escribir como fue el caso de El Idiota de Dostoievski o una película como Ifigenia de Cacoyannis en el caso de Electra, Clitemnestra. Una visita a Micenas, ver el terreno, los artefactos, imaginarme el escenario de este drama me ayudó a su escritura. Si son poemas que tratan un solo tema y tienen personajes vivo la ficción como el personaje, como por ejemplo, Electra. Después leo y releo los poemas, corto palabras o me deshago de lo que creo innecesario Me interesa la claridad del poema sobre todo. Luego después de leerlo muchas veces, lo guardo por un rato, lo descubro de nuevo y vivo en el ínterin con estas lecturas, adentrada en el ritmo y la cadencia del poema.
Teresa Dovalpage: Y ese es el ritmo que transmites en la poesía…Un ritmo muy especial y mágico. ¿Qué autores te han marcado en la piel literaria? ¿Te consideras en deuda con alguno en particular?
Magaly Alabau: Rilke, Cesar Vallejo, Paul Eluard, Kafka, Marina Tsvetaeva, Plath, Thomas Bernhard, Anne Sexton, Lourdes Gil, José Triana, Iraida Iturralde, Geoffrey Benn, Bach, Beethoven, Gluck, Elgar, Wagner y otros. Simplemente cuando los leo u oigo me dan ganas de escribir. Yo diría que debo a todo lo que me incita a escribir.
Teresa Dovalpage: Me gustaría saber en cuántos poetas has influido tú… eso es tema para otro trabajo. Y hablando de influencias externas, ¿crees en la utilidad (o su contrario) de los talleres literarios?
Magaly Alabau: Los talleres de escritura son útiles a pesar que solo he asistido a uno y sólo tres o cuatro sesiones. Por supuesto, es importante quien los dirija. Pero generalmente la gente lee poemas, hay intercambios, los aspirantes se disciplinan en algunos casos a escribir. Escribir no se aprende en talleres. Vivir es el mejor aprendizaje si es que hay algo de vocación por la escritura, desarrollar un ojo interior, observar y sentir la experiencia propia y la de otros, sufrir y amar sobre todo, el amor es el mejor amigo de la poesía.
Teresa Dovalpage: La poesía se nutra de strange bedfellows, me parece… Aunque alguien diría que amar es sufrir… Bueno, mejor no nos perdamos en filosofías. Dime, al ser a la vez actriz y poeta… ¿cuál de las dos musas te tira con más fuerza?
Magaly Alabau: Actuar siempre me arrastró fuerte porque la experiencia sucede frente al público y la comunicación, la exaltación con el otro o los otros es única. Todavía siento esas vibraciones propias de la escena cuando leo poesía. Actuar es despojarse de uno y entrar en la piel de otra persona, ser como un médium, olvidarse de uno por un tiempo, vaciarse y asumir otra vida. Es como reencarnar en cada nuevo papel. Uno se olvida de los problemas menores y crece en la piel de otro. Eso da un descanso a un espíritu contrito como el mío. Después de cada obra uno empieza de nuevo como si hubiera tomado una cura de sueño.
Teresa Dovalpage: Es una excelente definición de la actuación… entrar en la piel de otro. Siguiendo con el tema, ¿qué representa el teatro para ti actualmente? ¿Volverías a dirigir una obra o a actuar en ella?
Magaly Alabau: No volvería al teatro ni actuar ni dirigir. Es una experiencia pasada, una terapia que ya no necesito. Uno de mis sueños recurrentes es que estoy en un escenario haciendo una obra y no recuerdo los parlamentos y una ansiedad terrible se apodera de mí. No imagino cómo pude memorizar tantas líneas años atrás miles de ellas.
Teresa Dovalpage: Bueno, es un sueño parecido al de los maestros que de pronto se encuentran frente a una clase y se dan cuenta de que no la han preparado o que tienen el cerebro en blanco…Me ha pasado un montón de veces, así que hablo por experiencia. ¡Caray, ahora me pregunto cómo serán las pesadillas de los pilotos! Y siguiendo con las pesadillas, jejeje, ¿cómo han marcado Cuba y el exilio tu obra?
Magaly Alabau: ¿Cómo han marcado Cuba y el exilio mi obra? En todo. Con excepción de Electra, Clitemnestra que es un grupo de poemas basado en una obra de Eurípides y la mitología griega, los otros poemarios tienen que ver con Cuba y el exilio. La extremaunción diaria es un poemario de ausencia, mi vida dura y recalcitrante en New York, insomnio perpetuo en la ciudad donde la negación y la violencia hacen sentir el exilio doblemente amargo. Hermana es un poemario que ocurre entre dos lugares, Cuba y Nueva York. Es la historia de dos hermanas separadas por la locura y por la distancia pero unidas por también un exilio interior muy poderoso. Una hermana exilada de su cuerpo y de su mente por la locura y la otra hermana exilada de un país, del espacio que la rodea, del lenguaje que no valida su existencia. Ese exilio que es diferente se convierte en uno por el amor que las une y por la trágica historia familiar. Hemos llegado a Ilión es un poema largo sobre mi visita a Cuba. El personaje que visita soy yo pero es también Perséfone, el personaje mitológico que pasa 6 meses en el Hades y 6 meses en concubinato con los dioses, viviendo la vida displicente de estos. Dos Mujeres no trata de un exilio concreto, pero si del exilio de una persona que no es total si no encuentra y se une a su otra mitad.
Teresa Dovalpage: Cuba, la familia, el exilio… los temas eternos, que con cada poeta se tornan personales. Y ya que de poetas hablamos, si un perfecto desconocido te anuncia su propósito de dedicarse a la poesía y te pide un consejo, ¿cuál le darías?
Magaly Alabau: El mejor consejo seria que no oír muchos consejos, sacarlos de lecturas, no oírlos. Uno me lo mostró Rilke leyendo varias veces Cartas a un joven poeta y es hacerse uno amante de la soledad. Oír el silencio en cualquier lugar que estemos, extraerlo de los ruidos y lo trivial. Tratar de ver más allá de lo obvio Buscar el lenguaje oculto de los objetos, de situaciones, de las personas. Tener compasión, tratar de ser poeta en la vida y no sólo en el papel.
Teresa Dovalpage: Muchas gracias, Magaly, por acceder a esta entrevista.
Magaly Alabau nació en Cienfuegos, Cuba, en 1945 y estudió teatro en la Escuela Nacional de Arte de Cuba (Cubanacán). En 1968 dejó la isla y se estableció en Nueva York, donde actuó y dirigió teatro hasta 1985. Su primer libro de poemas, Electra, Clitemnestra fue publicado por la Editorial Maitén de Chile en 1986. Ese mismo año, la Editorial Rondas publicó su poemario La extremaunción diaria en España. Ganó el Primer Premio de poesía de la Revista Lyra en 1988 y obtuvo la Beca Cintas en 1990. El Instituto Latinoamericano de Poesía en Nueva York premió en 1992 su libro Hermana, publicado también en España por la Editorial Betania. Entre sus otras obras se encuentran Hemos llegado a Ilión (Editorial Betania, 1991) y Liebe (La Torre de Papel, 1996). Algunos de los poemas de su libro inédito Dos Mujeres aparecen en la nueva antología Cinco poetas cubanas en New York (2010) y su colección de 7 poemas Adioses Diferentes se publicó en la Revista Sinalefa (2010).