Una tarde con el Club de Lectura de Roswell

Cuando Mary Alice Walker-Lysak me invitó a una charla sobre mi novela Death under the Perseids en el Club de Lectura de Roswell, me alegré cantidad. Sobre todo cuando me pidió recetas cubanas para preparar ese día. ¡Ah, la comida de mi tierra! Le hablé del arroz con pollo estilo imperial y de cierto postre, pero ni me imaginé la sorpresa que me esperaba cuando llegué a su casa.

¡Era una cena cubana de verdad! El arroz con pollo le quedó riquísimo. Aquí lo tienen:

Mary Alice, una señora del club y el arroz con pollo

Lo mismo que los plátanos fritos y las natillas (muchísimas) con banderitas cubanas encima.

Natillas cubanas

Y luego, la gente linda que había allí. Es lo que más me gusta de los clubes de lectura, compartir historias —literarias o no—, amistades y cháchara. Los libros unen a la gente. Y todas estas señoras (sí, solo había mujeres) con su buen humor y amabilidad le dieron tremenda sandunga a la reunión. Eran inteligentes, divertidas y…¡les había gustado mi libro! ¿Qué más puede pedir una autora?

Algún día, pensé mientras saboreaba la natilla, voy a escribir sobre un club de lectura. Ya hay una historia dándome vueltas. Tú verás.

Antes de responder a algunas de las preguntas que me hicieron tuve que pensarlo dos veces. Es algo que me pasa a menudo, una sensación inquietante (¿de verdad escribí eso? uf, supongo que sí) cuando me hablan de ciertos pasajes de mis libros.

En realidad, con ellos busco transportar a los lectores a Cuba, ofrecerles una probadita de cómo es la vida en la isla donde nací. Olores, texturas, la cadencia al hablar, la ropa tendida en los balcones, las jodiendas de cada día… Me gustaría creer que reflejé al menos parte de esa cubanidad.

Una pregunta que me hacen a menudo es cuánto de mí hay en mis personajes. Más aún en Death under the Perseids, narrada en primera persona por una cubanita llamada Mercedes. Expliqué que, como la voz de Mercedes es tan parecida a la mía (las dos somos habaneras que vivimos en Estados Unidos), había hecho todo lo posible para separarme de mi personaje.

Yo no pruebo el alcohol mientras Mercedes es medio borracha. Le encantan las margaritas y las medias de seda (mi amiga Raquelita me explicó todo lo que hay que saber sobre ese cóctel mexicano). Mercedes no soporta los libros y yo soy una rata de biblioteca. Pero tenemos otros rasgos en común, como el gusto por los hombres mayores… No digo más aquí, pero compartí detalles más jugosos con las señoras del club 😊.

Con el perrito de Mary Alice –un perrito literato, naturalmente

Estoy muy agradecida por los lindos regalos que recibí ese día: las conversaciones sobre el libro, la calidez, la buena acogida. Una vela con aroma de gardenias. Un adorno de Nambe… y toneladas de comida.

Esta preciosa planta de gardenia (las gardenias juegan un papel importante en la novela) está ahora en casa, pero la plantaré en el jardín cuando empiece la primavera.

La planta de gardenia

A veces, esto es todo lo que un autor necesita para seguir escribiendo. Escribir es una tarea solitaria y veladas así proporcionan la chispa necesaria para que no se acabe nunca la inspiración.

¡Muchas gracias a Mary Alice y al club de lectura de Roswell!