Esta reseña se publicó originalmente en The Taos News
Publicada por primera vez en 1972, Bendíceme Última, aclamada novela de Rudolfo Anaya que narra el paso del protagonista de la niñez a la adolescencia, es ahora lectura requerida en las Escuelas Públicas de Albuquerque. Fue la selección de 2010 para el National Endowment for the Arts Big Read. Ha inspirado una ópera de Héctor Armienta, director artístico de la única compañía de ópera dedicada a los latinos en todo el país. También inspiró una película protagonizada por Benito Martínez, Dolores Heredia, Luke Ganalon y Miriam Colon. Más recientemente, formó parte de las 100 Grandes Lecturas Americanas de una serie de PBS.
Contada en la voz de Antonio Márez, la historia se desarrolla en Guadalupe, un pueblito rural de Nuevo México, al final de la Segunda Guerra Mundial. Cuando Última llega a la vida de Antonio, éste es todavía un niño, listo para comenzar la escuela y nervioso ante la posibilidad de alejarse por primera vez de su familia, particularmente de su madre. Última, curandera que no tiene a nadie en el mundo, viene a vivir con ellos acompañada de su mascota, que resulta ser una lechuza.
La lechuza aparece a menudo en los sueños de Antonio, que son notablemente vívidos. Aunque el niño ha oído decir que las lechuzas eran brujas disfrazadas, pronto le toma afecto y la acepta como parte de la identidad de Última. Solo al final el lector se entera de por qué la vida de Última está ligada a la de su mascota. La lechuza acompaña a Antonio, y lo protege cuando el niño presencia la muerte de Lupito. Lupito es un veterano de la Segunda Guerra Mundial que sufre de lo que hoy llamaríamos síndrome de estrés postraumático. Los efectos de la guerra en los jóvenes se mencionan varias veces en la novela. Cuando los hermanos de Antonio regresan del campo de batalla, se dice que tienen la “enfermedad de la guerra.”
Última se une a la familia Márez no solo como huésped, sino también como su protectora. Así es como se presenta al principio de la novela: “Última era una curandera, una mujer que conocía las hierbas y los remedios de los antiguos, una hacedora de milagros que podía curar a los enfermos. Y había oído que Última podía romper las maldiciones de las brujas, que podía exorcizar loa maleficios con que aquellas hacían enfermar a la gente.”
Última usa su sabiduría para ayudar a Antonio en su trayectoria de la infancia a la madurez. Ha estado presente en su nacimiento y sabe lo que le depara el futuro. Mientras su familia materna, los Luna, quieren que Antonio se haga sacerdote, el padre prefiere que siga sus pasos y sea vaquero. Ante la insistencia de la madre de Antonio, Última finalmente predice que el niño será “un hombre instruido.” Pero al final él debe decidir por sí mismo. El proceso hacia la independencia es uno de los temas principales de la obra.
Aunque Última no trata de influenciar la decisión de Antonio, sí lo enseña a amar el llano y le habla sobre el poder curativo de las hierbas. En una de las escenas más hermosas de la obra, lleva a Antonio de paseo y comparte sus conocimientos con él: “Para Última, incluso las plantas tenían espíritu, y antes de cavar me hacía hablar con la planta y decirle por qué la sacábamos de su hogar en la tierra.” Última se queda encantada al hallar la yerba del manso que “podía curar quemaduras, llagas, cólicos de los bebés, sangramiento, disentería e incluso reumatismo.”
El español juega un papel fundamental en la novela. Todos los números de los capítulos están en español y hay numerosas frases en español a lo largo de la obra. Podemos inferir que, al menos al principio, los procesos mentales de Antonio tienen lugar en este idioma: “Todas las personas mayores hablaban solo español y yo solo entendía español. Era nomás después de que uno iba a la escuela que aprendía inglés.”
Los conflictos culturales comienzan para Antonio el primer día de clases, cuando su nombre se convierte en “Anthony” y sus compañeros se burlan de su almuerzo. “Mi madre había empacado un frasco de frijoles calentitos y chile verde envuelto en tortillas. Cuando los otros niños vieron mi almuerzo, se rieron y me hicieron gestos de burla. Incluso la chica de la secundaria se rió. Me enseñaban sus sándwiches, que estaban hechos con pan.” Sin embargo, la profecía de Última sobre el futuro “hombre instruido” se hace realidad: Antonio aprende inglés tan rápido y bien que al final del curso su maestra, la Señorita Maestas, lo pasa de primero a tercer grado.
Más tarde, Antonio se convierte en ayudante de Última en uno de los episodios más aterradores de la novela: la curación de su tío Lucas, que está bajo los efectos de un maleficio de las hermanas Trementina. Las hermanas son brujas “malas” (a diferencia de Última, que es “buena”). Luego de la ceremonia de curación las hermanas empiezan a morir una por una. Y así queda sellado el destino de la curandera…
Pero no voy a contar el resto de la historia. Si no has leído esta novela, ve a la biblioteca o la librería y consíguela de inmediato. La usé como material en mi clase de Santería y Curanderismo hace varios años y, según una de mis alumnas, “fue el mejor libro que he leído, más mágico que Harry Potter y mucho más cercano al corazón del nuevo mexicano.”