Teresa Dovalpage y el duende de la literatura

Entrevista de Eunice Shade publicada originalmente en El Nuevo Diario de Nicaragua

“Tenés que conocer a Teresa Dovalpage”, fue lo primero que me dijeron al llegar a Taos, una ciudad al norte de Nuevo México y al pie de las montañas Sangre de Cristo. La ciudad es arte viviente. Galerías por todos lados con pinturas, esculturas, artesanías y adornos en general. Museos y construcciones de adobe que son patrimonio del lugar. De hecho Taos fue una ciudad de artistas y escritores; Willa Cather, D.H. Lawrence y Georgia O’ Keeffe, son algunas de las personalidades que han residido aquí.

 

También es tesoro cultural pues en ella residen nativo-americanos descendientes de Pueblo de Taos, vieja tribu de la zona, que todavía conserva sus tradiciones y que de vez en cuando abre las puertas de su villla para los turistas. Y es que Teresa Dovalpage radica en Taos. Conozcamos un poco más de ella.

Nació en La Habana; tiene un doctorado en literatura latinoamericana y enseña en la Universidad de Nuevo México. Escribe para el periódico local Taos News, donde tiene una columna semanal. Ha publicado seis novelas: A Girl like Che Guevara (Soho Press, 2004), Posesas de La Habana (PurePlay Press, 2004), Muerte de un murciano en La Habana (Anagrama, 2006, con la que resultó finalista del Premio Herralde, uno de los más prestigiosos de la lengua hispana), El difunto Fidel (Renacimiento, 2011, que ganó el premio Rincón de la Victoria en España en el 2008), Habanera, a Portrait of a Cuban Family (Floricanto Press, 2010) y La Regenta en La Habana (Grupo Edebé) así como las colecciones de cuentos ¡Por Culpa de Candela! (Floricanto Press, 2009), The Astral Plane, Stories of Cuba, the Southwest and Beyond (University of New Orleans Press, 2012) y Llevarás Luto por Franco (Atmósfera Literaria, 2012).

Aquella tarde de abril estuvimos en su casa en Blue Berry Hill y así surgió esta plática informal, con el duende de la literatura presente, y entre el café y el pastel de chocolate; hablamos de libros, de autores, de países, de procesos, de puntos de vista. Es para mí una gran alegría compartir con mis lectores nicaragüenses el pensamiento y la vida de esta escritora que definitivemente deben leer. ¡Buen provecho!

–¿Cómo empezaste en la escritura? ¿Tu concepción, si la tienes, del acto de escribir ha cambiado o sigue siendo la misma de tus inicios?

 

Empecé a escribir cuando era adolescente, en Cuba, aunque nunca publiqué nada allá. En cuanto a la concepción del acto de escribir, hablando formalmente, no la tengo. Me gusta escribir, lo disfruto muchísimo…aparte de eso, no sé qué más decir. Después de enterarme de que existían, supongo que les presto algo más de atención a los aspectos “técnicos” de la narrativa, pero no demasiado. La literatura tiene mucho de inspiración, de duende y al menos para mí, es difícil reducirla a teorías.

–¿Creés que la literatura deba asumir un compromiso político o determinado rol social?

No creo que la literatura deba tener un objetivo marcadamente político. Para eso se escribe un panfleto, un artículo periodístico o un libro de no ficción. En mi opinión, la política (de cualquier pelaje que sea) metida a pulso en la ficción, le quita autenticidad a la trama y es la causa de que haya personajes y escenas traídos por los pelos. Recuerdo a Stendhal: “La política en una obra literaria es como un pistoletazo en medio de un concierto.”

–¿Qué disfrutas más escribiendo: las novelas o los cuentos?

Los cuentos proporcionan un placer inmediato. Unos días, o unas semanas de trabajo…y voila. ¡Publicable! Las novelas, por otro lado, dan la posibilidad de (re)crear mejor los personajes, de hacer más rico el tejido de la obra, pero pueden tomar meses o años para que estén hechas a gusto. Un cuento es como comerse una barra de chocolate; una novela sería…paella valenciana.

–¿Escribes en inglés o en español? ¿Qué prefieres o con cuál de los dos te sientes más cómoda?

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Escribo en los dos idiomas. Mi primera novela publicada, A Girl like Che Guevara, salió en inglés porque yo no sabía nada del mercado en español cuando llegué aquí, no tenía agente y creo que la publiqué por pura chiripa y buena voluntad de Soho Press. Pero, naturalmente, me siento más cómoda en español, puedo jugar más con las palabras, el estilo, pelotear el idioma… Escribir en inglés tiene más de reto; en español, de diversión.

–¿Cómo ha sido la recepción crítica de tu trabajo en Estados Unidos?

 

Los críticos han sido más amables conmigo de lo que probablemente merecía mi trabajo, sobre todo al principio.

–¿Qué tan importante es Estados Unidos en la carrera de un escritor?

 

Con todos los avances de la tecnología, creo que actualmente no importa tanto desde donde uno escriba. Con Internet puedes llegar a agentes literarios y a editores de cualquier parte del mundo. De hecho, los manuscritos en papel ya pasaron de moda. Desde luego, si escribes desde un país donde existe la censura oficial, o el acceso a Internet está limitado por el gobierno, como Cuba o China, las cosas cambian.

–¿Qué tipo de narrativa escribes, qué te gusta, cuáles son tus temas, tus búsquedas, tus experimentos?

Escribo narrativa de ficción: cuentos, novelas y teatro. Con ella busco, sobre todo, entretener a los lectores para que no dejen el libro a un lado y se vayan para Facebook. Sobre la segunda parte de tu pregunta, me estoy rascando la cabeza para contestarte. Mis temas son los que me dicta eso que, a falta de mejor término, se llama inspiración. Generalmente no pienso en un tema determinado antes de escribir. No he dicho, “voy a hacer un retrato desfigurado y horrible sobre mi familia” y paf…ha salido Posesas. Sólo me puse a escribir una historia de tres generaciones de mujeres y mientras lo hacía caí en la cuenta de que estaba, en realidad, reflejando a mi propia familia –con exageraciones– pero no fue un acto preconcebido. Con La Regenta en La Habana sí tuve la intención definida de usar dos líneas argumentales paralelas: una reescritura del final de la obra de Clarín y la experiencia de una profesora universitaria que enseña la novela en La Habana. No sé si llamarlo experimento; es un vocablo demasiado técnico para mi gusto.

–¿Creés que existe machismo en este mundo literario, o las mujeres han logrado imponerse? Te digo esto porque hubo un tiempo en que no podíamos escribir de sexo, por ejemplo, era un tema solo de hombres… ¿Cuál ha sido tu experiencia?

Últimamente esa tendencia se ha revertido, mira el tremendo éxito de Cincuenta sombras de Gray. Mi experiencia ha sido buena; los editores no parecen tener problemas con las escenas de sexo a las que en mi familia llaman “mis cochinerías.” Creo que la peor censura en este caso viene del interior, de la mente de la propia autora. O de su familia, si es de las pudibundas.

–¿Qué propuestas literarias o escritores te atraen, por qué?

Me atrae la literatura bien escrita. Precisamente ahora estoy leyendo Sirena Selena vestida de pena, una novela magnífica de Mayra Santos-Febres.

–¿Tienes algún tabú literario? Por ejemplo: ¿no escribes de algo por determinada razón?

 

No, para nada.

–¿Cómo son tus personajes preferidos? Los que construyes y cuánto tiempo te lleva darles vida

 

Personajes con aristas, perfiles. Personajes creíbles, que lleguen a parecer conocidos (amigos o enemigos) del lector. Sobre el tiempo, depende. Con cada novela o cuento es diferente.

–¿Cómo te ves en 20 años?

Con cirugía plástica en la cara y probablemente en otras partes del cuerpo. Soy muy vanidosa. Y escribiendo, siempre escribiendo.

–Cuéntame el trajín de combinar el taller, el blog, la universidad y la escritura

¡Un brete! Pero un brete muy divertido. Como todo lo hago a tiempo parcial (excepto la escritura, pues escribo cada vez que tengo la oportunidad) no resulta tan difícil de hacer como lo sería, por ejemplo, si tuviera un trabajo de 8 a 5. Aunque, si saco la cuenta, probablemente termino trabajando 60 horas a la semana pero es a mi aire.

 

Abril, 2013, Taos, Nuevo México.