Y como lo prometido es deuda, aquí viene la segunda parte de la entrevista con Ana Cabrera Vivanco, en que la autora nos revela sus secretillos personales: de qué forma escribe, cuándo lo hace, por qué… Cómo se forja el entramado de los libros, que los lectores sólo vemos como productos terminados, pero que suelen tener una gestación laboriosa.
Teresa Dovalpage: Gracias, Ana, por estar de nuevo aquí, lista para compartir algunos de tus secretos autorales. Y ya te lanzo la primera pregunta, que espero no sea muy indiscreta: ¿tienes algún ritual para la escritura, una hora en que prefieras hacerlo, objetos espaciales que te rodean…?
Ana Cabrera Vivanco: No, no sigo rituales. Más bien un método: Monto la armazón del edificio desde los cimientos hasta la torre. Tengo que sentir la armazón de la novela pesar sobre mi cabeza, visualizarla y saber por donde voy a entrar y hacerme -más o menos- una idea de por donde voy a salir. Entonces hago una especie de aquelarre con mis fantasmas. Con los que ya no están… pero necesito creer que siguen estando conmigo. Con ellos llega el revoloteo de las musas y los musos que traen esa primera línea ansiada e imprescindible para la arrancada. Por último busco una señal que siempre espero con paciente impaciencia. Siempre llega: a veces en forma de flor, una flor que nace en tu balcón, o una luna que se asoma a mi ventana con un halo que se me antoja diferente. Es algo que quizás no exista pero a lo que necesito aferrarme y tomar por asidero para tomar el aliento largo y sumergirme en los mares profundos de la creación. Soy muy lechuzona. y mis musas y fantasmas son trasnochadores y noctambuleros, pero cuando ya me pego no me sueltan y los días y las noches se me vienen encima sin líneas divisorias. Entre los objetos especiales que me rodean: tengo una parejita de perritos de peluche sobre mi ordenador y una cestica de mimbre blanco con mis libros fetiches. Siempre está conmigo La Voz del Silencio y todos los libros de ese ángel de la guarda que es Dulce María Loynaz. Tengo dos libros tuyos metidos en la cestica y si que dan buenas vibras tus Posesas…y tus cuentos: Por Culpa de Candela. Y mis Horitas del Alma y Las Cien Voces del Diablo por supuesto…Nada más…
Teresa Dovalpage: ¡Gracias, gracias por poner a mis libros en tan buena compañía! Eso sí que es una sorpresa… ¿Y escribes cada día? ¿Cuántas horas?
Ana Cabrera Vivanco: Escribo a tiempo completo. Mientras el cuerpo resista ahí estoy. A veces escribo hasta durmiendo…
Teresa Dovalpage: Durmiendo le vienen a una muy buenas ideas… ¿Permites a tu familia o a algún amigo que lea tus obras antes de enviarlas a los editores? ¿Aceptas sus sugerencias?
Ana Cabrera Vivanco: Si esta parte le toca a mi marido y a mi hija. Mi hija lee lo que voy escribiendo en mi ordenador. Pero mi marido es quien más lo sufre porque cuando termino un capítulo lo despierto sin ninguna consideración en medio de la madrugada siempre con una pregunta absurda: ¿Estas dormido? El con paciencia jobiana, se levanta, hace café y se sienta en la cama a escucharme. Tanto él como mi hija hacen sus aportaciones. Debatimos las sugerencias. A veces me sorprenden con algunas que me resuelven un escollo que tenía en la trama pero más que todo son ese acicate cotidiano que me hace seguir siempre adelante y no cejar en mi empeño. Cómo dije en la dedicatoria de Las Horas del Alma: Saben hacer milagros. Y conste que no lo dije por puro gusto.
Teresa Dovalpage: Yudith es una lectora de lujo, recuerdo lo que comentábamos sobre su excelente memoria para citar a Don Benito… Ahora, ¿alguna superstición? ¿Algo que nunca haces (o que haces siempre) cuando empiezas un nuevo libro?
Ana Cabrera Vivanco: No, no soy de supersticiones. Siempre cuento conmigo misma, y le echo ovarios al trabajo. Eso si tengo una fe invencible en mis fantasmas. Mi letmotiv es siempre el mismo y está dado por un verso de los Poemas sin nombre de Dulce María Loynaz: «El que no ponga el alma de raíz se seca.» Eso hago: Amor y entrega absoluta. Y también disciplina, voluntad y perseverancia. Si una cumple con todo esto al pie de la letra siempre llegará en algún momento ese toquecito divino y celestial que te hace pensar siempre que todos al nacer venimos con nuestra estrella. Que las estrellas tienen aristas filosas que hieren, pero que también emiten luz y siempre prefiero quedarme con la luz y el lado claro de todo lo que me ocurre en la vida.
Teresa Dovalpage: ¡Porque tú misma eres luz y claridad! Muchas gracias, Ana, por acceder a esta entrevista. Buena suerte con todos tus empeños literarios y sigue escribiendo, por favor, en la compañía divina de esas musas y esos musos trasnochadores y noctambuleros…
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http://libros.fnac.es/a418820/Ana-Cabrera-Vivanco-Las-cien-voces-del-diablo
Hasta pronto…