Los mecanismos de maquetación y formato digital han abaratado considerablemente los costos de impresión y dado lugar a una ola de autopublicaciones. Pero “los expertos” (esto es, los editores, críticos, bibliotecarios y hasta los propios autores, que son los más interesados) no acaban de ponerse de acuerdo sobre si esta ola viene con buenas intenciones o terminará en un tsunami editorial.
Como nunca he usado Lulu, Bubok, ni otras plataformas similares, carezco de conocimiento personal para hablar del asunto, pero se me ha ocurrido entrevistar a autores que sí las hayan empleado y estén dispuestos a compartir sus experiencias. Uno de ellos es Manuel Ballagas, autor de una novela divertidísima inspirada en la vida (y en la muerte) de Virgilio Piñera. La obra, Pájaro de Cuenta, publicada con Lulu, se encuentra disponible aquí
Y hay fragmentos colgado en el blog del autor,
http://descansacuandotemueras.blogspot.com/
Teresa Dovalpage: ¿Cuál ha sido, en sentido general, tu experiencia con Lulu?
Manuel Ballagas: En pocas palabras, Lulu es excelente. Pero tienes que tener experiencia de editor, sobre todo en aspectos gráficos y de diagramación. También creatividad para armarte una portada y contratapa. Y no ser alérgico a la tecnología, como le sucede a muchos. Si no tienes nada de eso, te hace falta un amigo como yo.
Teresa Dovalpage: El problema es que si te empiezan a llamar los futuros amigos para que los ayudes no vas a tener ni un microsegundo libre… Explícame con más detalles cómo es el proceso de mandar una novela a Lulu.
Manuel Ballagas: Uno no «manda» simplemente una novela a Lulu. Tienes que «subirla» a sus servidores después de volcar tu contenido en el molde de tu elección, dependiendo del formato de libro y encuadernación que desees. Luego debes «subir» también las tapas, que debes haber armado previamente, siguiendo tu propio diseño o el de alguien que te lo haya hecho, ajustándose también a cierto molde. Luego, ese contenido y esas tapas quedan archivados, y cada vez que alguien adquiere el libro, éste va a parar a una máquina a la que llaman en broma y en serio «espresso book machine», parecida a algo así como una fotocopiadora de gran tamaño, de donde sale el libro impreso y encuadernado.
Teresa Dovalpage: ¡Suena espantosamente complicado! Ya ves, yo soy del tipo alérgico a la tecnología 🙂 Deduzco que también tiene el autor que ocuparse de la corrección de pruebas, de que no queden cabos sueltos ni gazapos… Algo que, en una editorial tradicional, corre a cargo del corrector de pruebas, porque llega un momento en que el autor está tan saturado de su propio libro que ya no da más de sí. Sin embargo, con Lulu el autor es responsable de todo eso también. ¡Cuánto trabajo!
Manuel Ballagas: Así es. Un libro lleva mucho trabajo, y no sólo de corrección de pruebas. Actualmente, con la tecnología, mucho de la parte gráfica se resuelve fácil. Aun así, hay que revisarlo mucho hasta cerciorarse de la consistencia de todos lo detalles y características. También hace falta atenerse a algunas convenciones: primera y segunda página en blanco, página titular tercera con datos de derechos de autor y número de ISBN en la cuarta, etc.
Teresa Dovalpage: ¿Cómo aprendiste tú a hacer todo eso?
Manuel Ballagas: Lo que pasa es que yo he sido editor toda mi vida, y todo el bien que hice editando a otros durante mi carrera en tres señores periódicos (amén de una editorial de libros de texto) ahora me lo hago a mí mismo. Me entrené bien con las herramientas de Lulu, haciéndome dos primeros libritos sencillos (Cuando llegué y su versión en inglés, Newcomer), mi primera novela, y además, tres libros de amigos míos que son fatales para la tecnología. Así que me he vuelto un lince con lo de Lulu. Ya tengo armado, por ejemplo, el libro de la obra poética de mi padre, que pienso sacar a mediados de año. Hace una semana me llegó la reinscripción de derechos de autor en Estados Unidos, así que estoy listo. Pero el libro quedó magnífico. En fin.
Teresa Dovalpage: ¡Felicidades! Espero que esté a la venta muy pronto. Ahora, tú sabes que tan importante como la calidad de un libro (y a veces, por desgracia, más importante que ésta) es la difusión que se le da la obra. El refrán de “el buen paño en el arca se vende” ya ha pasado de moda, aunque sí sigue funcionando el boca-a-oreja… En las editoriales tradicionales hay, al menos en teoría, alguien que se encarga de la publicidad. En el campo de la autopublicación, eso también queda en las manos del autor. ¿Cuál ha sido tu práctica de marketing y qué resultados te ha dado?
Manuel Ballagas: Mi márketing es guerrillero y no busca vender, sino divulgar. Además, en nuestra cultura hay gente que se insulta si le dices que compre el libro. Me ha pasado, te lo juro. Es como una prueba de amistad o algo así. Tuve críticas en El Nuevo Herald, Cubaencuentro, Diario Las Américas y un par de blogs, incluyendo el de Emilio Ichikawa, que lee bastante gente. Y para de contar. Lezama Lima, Virgilio, mi padre y otros monstruos sagrados pagaban por publicar 400 ejemplares de sus libros en Ucar y García, y ya ves. Ahora todos los veneran. Lo que importa es que los libros queden consignados en algún sitio, y ya la posteridad se encargará de decidir lo que realmente vale.
Teresa Dovalpage: Muchas gracias, Manuel, por acceder a esta entrevista y compartir tus experiencias. ¡Y que vuele muy alto ese Pájaro de Cuenta!
Para los interesados en publicar con Lulu, aquí hay más información disponible sobre el proceso de edición
http://connect.lulu.com/t5/Lulu-b%C3%A1sico/Cu%C3%A1nto-cuestan-los-servicios-de-Lulu/ta-p/33636