Entrevista a Elena Méndez: Clandestina

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Hoy me llega un regalo inesperado: Clandestina, poemario amoroso de la autora mexicana Elena Méndez, publicado este año.
Elena estuvo entre los seis escritores cuyos libros fueron seleccionados por el Instituto Sinaloense de Cultura para formar parte de su catálogo. Los otros autores son Teresa Díaz del Guante, Iliana Cervantes, Miguel Inzunza, Aramis Franco y Fanny Orrantia Dworak.
Conozco a Elena desde hace más de quince años. Su libro de cuentos Bipolar, publicado por Linajes Editores en 2011, es una exploración de este trastorno y del mundo secreto del erotismo. Tanto los poemas como los cuentos de Elena tienen una vitalidad deslumbrante. Por eso no es extraño que los versos de Clandestina hiervan de amor y de deseo. Y sobre ellos conversamos hoy.

Dovalpage: Algo que todos los escritores conocemos es el rechazo, las cartas de “gracias, pero no…” o el silencio elocuente de los editores. Qué alegría poder hablar de un sí porque sí. Cuéntame cómo te sentiste al recibir la noticia de que tu poemario había sido escogido por el Instituto Sinaloense de Cultura para su publicación.
Méndez: Hola, Teresita. Gracias por haberte interesado por mi libro, mismo que leíste en un tiempo récord, y por proponerme que hiciéramos esta entrevista. Me sentí abrumada, te soy franca. Lloré.
Había propuesto Clandestina dos meses antes al Instituto, un día antes de que venciera la convocatoria, por insistencia de un par de poetas sinaloenses renombrados.
Lo hice desde un cibercafé, donde ultimé detalles como asignarle numeración romana a los textos, la elaboración de un índice, etc.
Creí que ni siquiera les llegaría, por saturación del servidor.
Que, si acaso les llegaba, no lo verían a tiempo, pues al día siguiente era feriado.
Fue muy sorpresivo ver mi nombre y el de mi obra en los resultados de la página oficial, y no sólo para mí, sino para una de las personas que me había insistido para someter material mío a dictamen, pues yo era conocida como narradora gracias a mi primera obra, Bipolar, que es un volumen de cuentos. Nadie se esperaba que enviara un poemario.
Lloré porque eso significaba mi «resurrección» literaria. Habían transcurrido 12 años desde Bipolar. Y 14 años desde que pergeñé el primer poema. Yo había colaborado en diversas antologías o en rarezas editoriales como Grano de sal, del Académico de la Lengua Adolfo Castañón. Y había sido citada en ensayos académicos donde se mencionaban entrevistas mías a otros escritores. Pero mis intentos de sacar alguna novedad no habían fructificado.
Como una breve novela epistolar-virtual que en su momento propuse, justamente, al Instituto. Se desestimó y aún sigue inédita.
Y bueno… Mi «resurrección» literaria coincidió con un momento de mi vida muy vulnerable: mi enésima ruptura amorosa.
Así que el lanzamiento de Clandestina ha sido doblemente estimulante y agradecible.

Para ver en YouTube el poema «Tú y el grunge,» incluido en Clandestina, pinche aquí.

Dovalpage: Y más agradecible será para tus lectores, sin duda alguna. ¡Felicidades por esa resurrección tan a tiempo! ¿Cómo surgió esta colección de poemas? ¿Los escribiste todos de una vez, como un conjunto, o individualmente y luego los recopilaste?
MéndezClandestina reúne 50 textos, que en un inicio fueron mera catarsis.
El primero data del 2009; se titula «Dolor». Lo cito, por ser muy breve: «Porque es necesario el encierro antes de huir./ Porque cuando no es la rabia es la apatía, el letargo./ Porque la memoria desearía estar anestesiada/ para no deletrear la soledad».
Suelo refugiarme en la poesía, ya sea leyéndola o escribiéndola, cuando me siento más sola que de costumbre. Y normalmente eso se detona ante la ruptura o imposibilidad del amor. De manera que entre los años 2012, 2014, 2015 y 2018 me llegaron feroces oleadas poéticas. Para el 2019 ya tenía armado el libro, tras reformular un proyecto más breve, pero híbrido, llamado 20 puñetas de amor y una ficción desesperada -descarada parodia del célebre poemario del Nobel chileno Pablo Neruda-, cuyo archivo pude rescatar gracias a mi mejor amiga, Miriam Santillán Bueyes, una community manager nativa de la Ciudad de México, a quien dedico Clandestina.
La versión preliminar del presente poemario no la envié a ningún concurso, de los varios y muy jugosos que existen en mi país, porque no cumplía con el mínimo de extensión requerida.
Cuando supe de la Convocatoria de Publicaciones lanzada por el Instituto Sinaloense de Cultura, me esperé al último minuto, por autocensura y autosabotaje. Luego pensé: «Si no lo hago, me voy a arrepentir toda mi vida».
Así que le eché la bendición al material digital, una vez enviado, y procuré olvidarme del tema durante dos meses.
Obviamente se me hicieron eternos.

Dovalpage: ¡Pero al final recibiste la mejor noticia! Por cierto, quisiera leer llamado 20 puñetas de amor y una ficción desesperada. Volviendo a Clandestina, en el poemario hay amores secretos, agonizantes, inconfesados, concluidos…de todo eso. Parece obvio que escogieras tal título, pero igual háblame un poco de cómo se te ocurrió.
Méndez: Haber recurrido a la palabra «clandestina» para nombrar a mi libro surgió por varias razones. Desde pequeña me tocó escuchar conversaciones ajenas donde se comentaba con lujo de detalles lo que le pasaba a cierta gente «por andar de clandestina»: es decir, que sostenían romances a escondidas, a veces con repercusiones bastante trágicas.
Por otro lado, Gabriel García Márquez explicaba en El olor de la guayaba, serie de entrevistas que le hiciera su compadre Plinio Apuleyo Mendoza en vísperas de recibir el Nobel, que todos tenemos una vida pública, una privada y una secreta.
Los poemas de Clandestina pertenecen al orden de la vida secreta.
Por último, influyó bastante el epígrafe que incluyo, de la autoría de Octavio Paz, nuestro único Nobel literario, y que tomé de su poema «Carta de creencia», incluido en su obra Árbol adentro.
Cito: «Amar:/Abrir la puerta prohibida».
Y claro:
Lo prohibido es lo clandestino.
Dovalpage: Y lo clandestino es lo más sabroso… Bueno, has escrito tanto poesía como narrativa. ¿Te consideras una narradora que escribe poesía, una poeta que escribe cuentos? ¿O existe una tercera opción?
Méndez: Me considero una lectora que ha amado tanto los libros al punto de osar escribir los propios. Leer ha sido mi mayor felicidad en la vida. Durante la infancia me abrió el mundo.
Durante la adolescencia me sirvió para escapar del mundo, pues la biblioteca escolar era el sitio perfecto para huir del bullying.
Y a partir de la universidad me ayudó a crear mi propio mundo, puesto que todo ese acervo de lecturas tuvo su eco al asumirme como escritora.
Ahorita, si quisiera escribir cuentos, no me saldrían.
Estoy reconciliada con la poesía, después de haber sido tan ninguneada en aquellos remotos talleres literarios donde pagué la novatada…
Me interrumpían, me hacían ver mi carencia de experiencias vitales, me tildaban de confesional. Como si grandes autores -Jaime Sabines, Vicente Quirarte, mi muy amado Octavio Paz- no lo fueran también.
Clandestina me ha ayudado a retar al Síndrome de Impostora que siempre me ha torturado.
Así que por el momento no pienso retornar a la narrativa.

Dovalpage: Qué horror la experiencia de los talleres literarios. Algo así basta para desanimar a cualquiera. Qué bueno que no te dejaste azorar.  ¿Qué consejos le darías a una poeta o narradora que en este momento inicie el camino largo y tortuoso de la literatura?
Méndez: El otro día platicaba con Mijail Lamas, poeta sinaloense avecindado en la Ciudad de México, quien por cierto, acaba de recibir el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen en la categoría de Poesía, que no es lo mismo escribir con cromosomas XX que con cromosomas XY -y en medio está, claro, la diversidad de género-.
Yo lo decía por la vieja cuestión de las zancadillas en los talleres literarios, pero creo que aplica también para esto.
Me atrevería a pedirle a las principiantes que no se dejen limitar por sus circunstancias biológicas, raciales, socioeconómicas u otras.
Los obstáculos como la Pigmentocracia, Aporofobia, las dificultades para acceder a la Movilidad Social, para romper el Techo de Cristal, para frenar la Violencia Vicaria, etc., siempre estarán allí.
Quienes ejercemos el Maternaje de hijos propios o ajenos -como yo, que no he parido, pero apoyo en el cuidado de un sobrino con autismo- solemos poner en último lugar nuestras necesidades y dejar la vocación de lado.
Es un error.
Hay que buscar la manera de perseverar en ella.
Les diría, asimismo, que tomen de manera relativa el viejo refrán mexicano que reza: «Mujeres juntas, sólo difuntas», que alude a la falta de sororidad.
Hay sororidad, y puede y debe haberla, entre las mujeres que nos dedicamos a esto.
Por desgracia, no falta alguna congénere alienada que en su ignorancia supina se niegue a deconstruirse y abrazar el feminismo, que la liberaría como escritora y como persona.
Esta clase de personajas -las alienadas- opta por demeritar a las demás por motivos extraliterarios -aspecto, edad, poseer o no influencias en el ambiente, vida personal, etc.-.
Pero no faltará quien sepa acuerparnos. También les recomendaría leer de todo.
Hasta lo aparentemente trivial puede nutrirnos. 
Como un dato que tomé, creo, de una revista Vanidades Cosmopolitan, donde se mencionaba que la reina Victoria de Inglaterra bebía té de cannabis para aliviar sus cólicos menstruales. Dicho dato resultó pertinente para mi cuento «Mostaza» -incluido en Bipolar-, donde se habla sobre el consumo ilegal de dicha sustancia. Con la mucha lectura, progresivamente irán afinando el gusto, claro está.
Resulta indispensable que corrijan, corrijan y corrijan. No hay de otra. Corregir «en caliente», pero también tras reposar el texto. Corregir siempre.
Esto va relacionado con lo anterior: Que no teman acercarse a personas más avezadas en esto, para que las asesoren.
Les sorprendería saber cuántas personas encumbradas han tenido la humildad de dedicar un poco de su tiempo a leerme, a darme sugerencias, a emocionarse con lo que hago.
Es importante que no dejen de tocar puertas.
Es cansado.
Es tedioso.
Lo más común es ser rechazado a priori.
Llorarán, se frustrarán.
Harán bilis.
Pero se arrepentirán si no lo intentan.
A veces, si esas puertas no se abren, una tiene que colarse por la ventana.
Como cuando participé en un libro llamado Antología mínima del orgasmo-donde tú colaboraste, por cierto-.
Nadie me invitó.
Yo solita me propuse, cuando otra de las autoras, muy amiga mía, me comentó de ese proyecto.
Le pedí los datos de los editores, a quienes envié el cuento «Heteroflexible», que a la fecha es uno de los más celebrados que he publicado y que también puede leerse en Bipolar.
Y bueno:
Que cuando logren publicar -y que ojalá con ello obtengan el merecido pago en efectivo o en especie- no escatimen en lo que en inglés se llama «Shameless Self-Promotion».
Total:
Del anonimato no se sale sin asomar la nariz.
Dovalpage: Muchísimas gracias, Elena, por tus respuestas y esos buenísimos consejos. ¡Mucha suerte y adelante, chica! Y a seguir escribiendo. Como dice un amigo, Barbarito, El Lector Cubano: ¡por muchos años, por muchos libros!

¿Quieren ver algunos poemas de Clandestina en YouTube? Abajo hay varios enlaces. ¡Que los disfruten!