Traduttore, traditore: Traductor, traidor.
¿Y eso se cumple cuando estás traduciendo un libro propio? ¿Puedo ser traidora a mi voz? Ya lo averiguaremos.
Estoy inmersa hasta las pestañas en la traducción del inglés al español de mi novela Death Comes in through the Kitchen, que salió con Soho Crime el año pasado. Traduje los tres primeros capítulos hace varios meses, pero tuve que pararme para terminar mi segunda novela policíaca, Queen of Bones, que acaba de publicarse este mes. Así que ahora tengo más tiempo para dedicarlo a la traducción, suponiendo que siga alejada de los medios sociales. ¡Facebook, eso es contigo!
Para que no se me acabe la cuerda, me he propuesto documentar mi “proceso traductivo” (sí, inventé una nueva palabra) en Medium, en inglés.
Bueno, pues le mandé los tres capítulos terminados a mi maravillosa editora de Soho Crime con la esperanza de que le venda los derechos a una editorial en español. Y pensé que sería bueno tener todo el manuscrito listo para cuando llegue el momento.
Momento que significaría, literalmente, reingresar al mercado español por la puerta de la cocina. Tengo ya ocho novelas publicadas en mi idioma natal, entre ellas Muerte de un murciano en La Habana (Anagrama), finalista del Premio Herralde en 2006, y El Difunto Fidel, Premio Rincón de la Victoria en 2009. Al mirar los títulos y recordar las tramas, me doy cuenta de que debería haberme metido en el brete detectivesco desde hace mucho tiempo.
Nunca es tarde si la dicha es buena.
Después de releer los capítulos ya traducidos, cambié muchas palabras y expresiones para que el texto tuviera un saborcito más cubano. Después de todo, se supone que la mayoría de los diálogos sucedan en español. En La Habana. Me tomé libertades que ningún otro traductor se habría atrevido a tomarse porque, al fin y al cabo, se trata de mi libro. Yo soy la madre del cordero y la dueña de los caballitos —como se imaginarán, estas expresiones no aparecen en la versión inglesa en Medium. Así que es una reescritura (¿acaso no son todas las traducciones una especie de reescritura?) aunque supongo que debo ser más o menos fiel a la trama original. No puedo agregar o eliminar personajes. ¿O sí? Ya veremos porque un par de escenas ahí me han causado tantos dolores de cabeza que mejor las quito.
Una vez que terminé de revisar, empecé un capítulo nuevo. Matt, un periodista americano que viaja a La Habana para matrimoniarse con su novia Yarmila, ya descubrió el cuerpo de la muchacha en una bañadera. La policía cubana lo interrogó y lo dejó ir, aunque reteniéndole el pasaporte, porque lo consideran una “persona de interés” en el caso. Hubo una probadita del blog de Yarmi y de su primera receta (¡merenguitos!), que me dio mucha gracia traducir. Ahora Matt llega a La Caldosa, un paladar centro habanero propiedad de la mejor amiga de Yarmila, Isabel.
Todavía tengo 300 páginas del documento original por delante. Nunca en mi vida he traducido semejante mamotreto.
Mis personajes están comenzando su viaje de nuevo, ahora en español. Y yo, pues estoy viajando a la semilla filológica (o algo por el estilo) de mi lengua materna.
Por favor, deséenos suerte, porque la vamos a necesitar.
Continuará.
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