Más allá de la voz: un taller magistral con Antonio Rocha

Antonio Rocha
Originalmente publicada en Taos News, El Crepúsculo
El sábado 25 de octubre, como parte del Festival de Cuenta Cuentos que SOMOS organiza todos los años, se ofreció un taller de expresión en TCA, dirigido por el popular actor, cuenta cuentos y mimo brasileño Antonio Rocha.
Rocha estudió con Tony Montanaro, se graduó con honores con una licenciatura en teatro por la Universidad del Sur de Maine y tomó clases con Marcel Marceau. Sus actuaciones lo han llevado por todo el mundo, desde Singapur hasta Holanda.
Al comentar el taller, el maestro pidió a los asistentes que nos presentásemos y explicásemos brevemente por qué estábamos allí.
Algunos de los presentes trabajan con niños y querían comunicarse mejor con ellos y transmitirles nuevas técnicas.
“Vengo a recoger gemas de sabiduría,” dijo Cisco Guevara, también uno de los cuenta cuentos que actuaría aquella noche, junto con Rocha, durante el Festival. “Siempre encuentro muchas gemas cuando asisto a un taller.”
Otros asistentes, como la kinesióloga Margaret Hansen, habían hecho representaciones de sus propios monólogos y esperaban ampliar sus conocimientos de actuación.
La voz del cuerpo
El lenguaje corporal transmite más del 70 por ciento de la comunicación. Por eso, uno de los primeros temas que se trataron en el taller fue la postura: comenzamos con la diferencia entre un introvertido y un extrovertido.
Los pies hacia adentro y la cabeza gacha son marcas seguras de timidez, mientras que las piernas separadas y el rostro alzado indican seguridad en uno mismo.
No hace falta aspirar a ser actor para aprovechar la lección.
Hablamos también de cómo representar a una persona de edad avanzada. ¡No necesariamente con un bastón, por cierto!
“Un joven que haya sufrido un accidente puede necesitar un bastón y esto no lo hace necesariamente aviejado,” dijo Rocha. “Conviene alejarse de los estereotipos.”
Lo mismo pasa con la espalda encorvada.
“Conozco muchas personas mayores que andan bien derechitas,” dijo.
Las personas mayores, eso sí, tienen menos fluidez en sus movimientos que los más jóvenes.
“Los jóvenes se apoyan en los dedos de los pies, están listos para correr por el mundo,” explicó. “Pero los viejos se apoyan en los talones, pues han visto mucho y reconocen el camino que han transitado ya. El ansia de saber se contrasta con la sabiduría del conocimiento adquirido.”
Esto no fue sólo una lección de actuación, sino también de vida.
Hacer visible lo invisible
Algo fundamental que aprendimos en el taller fue la importancia de la observación. Si se trata de representar a un animal es escena, Rocha sugirió que tomásemos al menos tres características de dicho animal y tratásemos de reproducirlas.
Por ejemplo, si el animal a imitar era un mono, sugirió que nos concentrásemos en las piernas arqueadas, la espalda recta y los brazos moviéndose cual si tuvieran vida propia.
Una de las partes más divertidas de la sesión fue imitar a un simio dando saltitos por la escena.
“No pierdan al mono,” nos decía, cuando alguien hacía movimientos demasiado cercanos a lo humano. “Sean honestos con él, con la representación de él que están llevando a escena.”
El maestro señaló que lo más importante es plantar en la mente de los espectadores “la semilla” del mono.
“Esto no es un show de Broadway,” nos dijo. “Aquí no vale ponerse un disfraz de orangután ni andar por el escenario moviendo una cola postiza. Lo que queremos es que la audiencia vea el mono en su mente, en lugar de ponérselo delante de los ojos. Un mimo, o un cuenta cuentos, hace visible lo invisible.”
De esa forma, la historia en la que el mono es personaje (o cualquier historia que se represente) toma vida propia y permanece por años en la memoria de los espectadores.
A fin de cuenta, se trata de su propio cuento, diferente y único para cada uno, que ellos mismos han ayudado a crear con su imaginación.
El poder de la mirada
“La acción sucede donde el actor pone los ojos,” fue otra de la gemas, como diría el señor Guevara, que recibimos ese día.
No es necesario mirar al público directamente, nos advirtió Rocha, pero sí conviene tener presente adónde se dirigen las pupilas, que actúan como reflectores para la atención del espectador.
Cerrando con broche de oro
El final del taller consistió en que uno de los asistentes subiera al escenario para contarnos una historia.
Después de verlo en acción, Rocha le ofreció sugerencias útiles, no sólo para él, sino para el resto de la clase. Nuestro compañero de taller (lamentablemente no tengo el nombre) fue un valiente al acceder a pasar por la experiencia.
Todos los participantes nos marchamos con la seguridad de haber aprendido algo nuevo ese día.
“Fue divertido, relajante y sobre todo, muy informativo,” dijo Jonell Mills, que es originalmente de Nueva Zelandia y trabaja como masajista y especialista en comunicación no violenta. “Ha sido fenomenal trabajar con Rocha y ojalá que podamos repetir el taller con él o tomar otro.”
“Siempre quise venir a Taos”
Rocha admite que desde hacía mucho tiempo deseaba venir a Taos y visitar el Pueblo. Eso fue justo lo que hizo durante este viaje.
“También vi las earthships y tuve la gran suerte de hacer un viaje en globo,” me dijo. “Fui como voluntario al Balloon Rally y el presidente de la Asociación de Globos de Albuquerque, Mike Rice, me invitó a subir a uno. Le estoy muy agradecido pues fue una experiencia maravillosa. Le mando mis saludos a toda la comunidad de Taos.”
Para saber más sobre Antonio Rocha, visite su sitio en la red http://www.storyinmotion.com